martes, 25 de marzo de 2008

Bernabé Tierno (4)

Bernabé 4

Terminamos la pasada semana hablando de que hay personas que dan desilusión a los demás y planteamos al final del artículo sobre la conferencia de Tierno que igual esas personas que desilusionan (roban de la copa de la vida de uno), no están tan lejanas como pensamos sino que están aquí cerca y quizás esas personas somos nosotros mismos. Poníamos el caso de los profesores, que lo que normalmente hacen es quitar ilusión a sus alumnos ridiculizándoles ante sus compañeros de clase cuando sacan una mala nota, y qué decir de esos padres que ‘animan’ así a sus hijos cuando les traen un cate “tú no serás nada en la vida”, “tú no vales más que para trabajar”, “eres un tonto, un torpe, un inepto, un vago, un mal estudiante…” “Fíjate en tu hermano, que es más listo que tú, que ha aprobado todo, que…” ¿Seguro que ahora no se sienten identificados con esos malos de los que hemos hablado al principio?
Pero la culpa no es nuestra. Así nos han educado y así somos muchas veces, ante los demás. Lo mismo pasa en la familia. “Eres un desastre” le dice la mujer al marido (o al hijo) “Eres un desordenado”. Según Tierno hay otra forma de decir las cosas sin herir tanto, sin humillar, sin rebajar a la otra persona. Y puso como ejemplo la bronca marital en la que la mujer quiere decirle al marido que es un desordenado. Una buena forma de decírselo, según el psicólogo (pues se trata de valorar a las personas, a los demás, pero no de decir mentiras), sería: (si es cierto, es un ejemplo) “Mis amigas dicen que se te vé muy guapo y muy jóven (mi vida, mi corazón, mi cielo o lo que sea….) pero lo que ellas no saben es que eres un poco guarrete” (desordenado, sucio o lo que sea). Lo primero que recibe esa otra persona (marido) de tu mensaje es algo positivo, lo segundo que hay algo que mejorar. (Yo he intentado poner este sistema en marcha en mi vida rutinaria pero no siempre funciona, quizás no he sabido aplicarlo bien).
Este sistema lo usan muchas de esas empresas que nos quieren vender algo por teléfono. ¿No se han dado cuenta? Te llaman por tu nombre (Sr. Emilio) y lo repiten muchas veces en sus conversaciones.
Aplicado a los niños en la escuela, siguiendo el ejemplo que dimos la última semana, se vió en el experimento que a los niños a los que se les elogiaba lo que hacían bien (aunque se critique luego lo malo), mejoraban sus resultados académicos. El elogio, la alabanza, ha de ser público. “Esos niños en los que el adulto ponía su confianza trataban de no defraudar la confianza depositada en él por el adulto, y se esforzaban en ponerse al nivel que creíamos que tenía” dijo Tierno. “Cuando a un niño lo tratas como inteligente lo haces inteligente” ¿Cuántas veces premiamos la actitud positiva de nuestros hijos? (y no se trata de darles algo material, sino sólo un elogio “chico, bien hecho”) Y ¿cuántas veces hacemos lo contrario “hijo, eres un inútil, no vas a llegar ser nada en esta vida” “vas a ser un fracasado, como tu padre” ¿No os suenan más estas últimas frases. Sobre todo esta última es especialmente crítica e hiriente. Con frases como estas, dijo Tierno, lo que estamos haciendo es convertir en inútiles a nuestros hijos y al final acabarán siendo lo que temíamos que fueran (todo lo contrario de lo que pretendíamos con la crítica). No hay crítica constructiva, dijo Tierno. La crítica suele ser destructiva.

Cómo aprender a decir las cosas sin herir
Las cosas se pueden decir y hay que decirlas. No hay que ser un falso. Además la mentira se nota y si mentimos tampoco conseguiremos nada positivo (quizás desconfianza del otro hacia nuestra persona si nos pilla). Así que si el hijo suspende se puede decir “esperaba más de ti” o “necesitas aplicarte más en esta asignatura” en vez de llamarle vago, golfo, idiota, etc. “Tu trabajo es muy importante, el departamento confía en que lo harás bien y te esforzarás al máximo dándolo todo en ese proyecto” “Tenemos las esperanzas puestas en ti”…
Tal y como dijo Tierno que le diría al cura que no todo son pecados en esta vida, que hay que ensalzar las cosas buenas de cada persona (indicándole en qué puede mejorar), esto se puede aplicar a los hijos, a los alumnos, al marido/mujer/pareja, etc.
A todos nos gusta que nos digan cosas bonitas, que nos echen piropos, que nos elogien. Hombre, si uno sabe que es torpe en algo no le vas a mentir. Se trata de ensalzar las virtudes. Uno que mida 1,60 sabrá que no es el más apto para jugar al baloncesto, pero quizás tenga otras aptitudes para ser una persona apta en otro puesto de trabajo. Ninguna persona, nadie es perfecto. Todos cometemos errores a lo largo del día y a lo largo de nuestras vidas, pero no se trata, como en el campo de prisioneros del Vietnam, en ir reiterando lo malo sin resaltar lo bueno. Los extremos siempre son malos y hay que andar en términos medios (recordemos lo de la mujer al marido diciéndole, eres un poco guarrete). Otros ejemplos: “Pérez, estoy muy satisfecho de su trabajo con las gráficas del mes pasado, han quedado unas gráficas magníficas y en la presentación ante la Junta de empresa quedaron maravillados, aunque este mes el encargo no logrado el mismo nivel que el anterior” (este ejemplo es mío).
Bernabé citó el estudio de la vida de un grupo de monjitas de un mismo convento que comían lo mismo, se acostaban y se levantaban a la misma hora, pero unas vivían lamentándose siempre de esta vida de pecado, y de lo infelices que eran, esas vivían menos que las que se tomaban su vida con optimismo, veían el lado bueno, etc. Esto se hizo estudiando los diarios de las monjitas. Terminamos así relacionando lo dicho desde un principio: optimismo con longevidad; pesimismo con peor nivel de vida, más enfermedades, etc. Para 20.000 dias que vamos a vivir ¿para qué amargarnos la vida? Lo mejor ser positivos, alegres, optimistas, verle el lado bueno a las cosas porque hay gente que hasta a la mayor desgracia le vé el lado positivo. Hay un dicho japonés (creo que era) que dice esto mismo: si el problema tiene solución ¿para qué preocuparse por el problema? ya que se puede solucionar; y si no tiene solución es una bobada preocuparse ya que no vamos a poder hacer nada para solucionarlo.


TITULO SECCION
Con poco se puede hacer feliz a otra persona, pero los humanos estamos entrenados para hacer lo contrario

Podemos hacer más bien del que pensamos


HAY QUE Valorar a los demás, no decirles mentiras

“Cuando a un niño lo tratas como inteligente lo haces inteligente”


Cuando alguien se dedica a criticar esa crítica a mí no me construye, me crea problemas.

Si yo soy positivo con los demás, a mí también me beneficia.

FELICITAR A LOS DEMAS

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